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La pedagogía del cuidado es una propuesta que puede ofrecer serias alternativas a algunos de los problemas escolares y sociales que vivimos a diario. Esta perspectiva del cuidado no es un elemento novedoso: “La ética del cuidado se ha desarrollado en las últimas décadas desde la reflexión feminista que busca identificar una manera diferente de entender y afrontar las decisiones morales” (Mejía, 2005). La ética del cuidado surge de las ideas de Carol Gilligan como respuesta a lo que se conoce como ética de la justicia. “En palabras de Gilligan, la ética del cuidado define la moral desde las relaciones interpersonales y no desde reglas y principios abstractos. Mientras que la ética de la justicia se apoya en la premisa de la igualdad; la del cuidado lo hace en la no violencia, en que no se dañe a nadie” (Cifuentes, 2005). De las ideas éticas de Gilligan se desprende la propuesta pedagógica de Nel Noddingsquien ha planteado la necesidad de trabajar el cuidado al interior del currículo “perspectiva que tiene actualmente gran influencia, además de un creciente número de seguidores” (Mejía, 2005).
El cuidado y el apego son elementos que nos conforman como personas dentro del útero socioafectivo y cultural. Las personas requerimos de cuidado, no sólo como una atención especial a quien tiene algún tipo de dependencia particular por ejemplo: un niño, una persona enferma, una persona de edad, sino como un “requisito” para con-formamos (darnos forma) cotidianamente en nuestra estructura socioafectiva. Este es el primer punto que deseamos dejar claro: para crecer “sanos y fuertes” necesitamos tanto del cuidado y el apego como de la leche materna. En palabras de Enrique Chaux: “cuidar y ser cuidado son necesidades básicas humanas. Los seres humanos, así como lo otros primates, no pueden sobrevivir solos, necesitan del apoyo de otros tanto para atender necesidades físicas como psicológicas (Bowlby, 1998). Necesitamos tener la vivencia de seguridad para movernos por el mundo y esa seguridad se basa en el establecimiento de relaciones de confianza y cuidado” (Chaux, 2005).
Respecto a la conducta de apego, su idea principal se puede explicar con una comparación con el juego de béisbol: si un jugador está pisado la almohadilla de la base se encuentra seguro, allí no puede ser “ponchado”, mientras pise la base está a salvo. “Los teóricos del apego han enfatizado la importancia de la calidad de las relaciones tempranas entre el niño y el cuidador para el desarrollo socioemocional del niño dentro de la familia y en otros contextos. Si los niños establecen un apego seguro con su madre durante los primeros años de vida, más tarde serán capaces de adaptarse exitosamente al grupo de pares.” (Carrillo, 2003). Por tanto, el adulto (padre y profesor) tiene la responsabilidad de servir como una “base segura”, como “cuidador”, para el niño. Lo cual le permitirá al niño explorar con seguridad su entorno, reconocer a otros, construir su noción de “nosotros” y empezar así un adecuado desarrollo de su capacidad de cuidado (cfr. Cassidy y Shaver, 1999).
El cuidado se construye al interior del contexto comunitario, si bien es cierto que el individuo tiene una tendencia natural hacia la protección de la vida y aunque el cuidado sea una necesidad básica esto no significa que las personas lo desarrollen natural y espontáneamente. El cuidado también es objeto de aprendizaje, y cada comunidad establece sus criterios y pautas de cuidado.
Con base en lo anterior, la pertinencia del cuidado como un elemento pedagógico necesario en nuestro contexto social no requiere de exhaustivas justificaciones, algunos indicadores sociales le hacen evidente, por ejemplo: el incremento del maltrato y abuso infantil
El Instituto tomó la medida por las altas estadísticas sobre maltrato infantil en Colombia, las cuales continúan en aumento. De 178 dictámenes diarios de lesiones personales por violencia intrafamiliar realizados por Medicina Legal el año pasado, 28 correspondían a maltrato infantil. Además del físico, otras situaciones de maltrato son: el síndrome del bebé zarandeado, las formas de descalificación hacia el niño, la no aceptación, el desprecio o insulto permanente que también son cicatrices que quedan en los pequeños. Según el estudio Forensis, un total de 10.337 niños y niñas fueron severamente lesionados por maltrato en 2002 en Colombia, esta cifras sin incluir el abuso sexual infantil”. (http://www.presidencia.gov.co/cne/2003/noviembre/20/14202003.htm)
“El promedio de inicio de la actividad sexual en las colombianas es de 14,8 años, lo que concuerda con el hecho de que, según resultados del último censo del Dane, 23 de cada 100 de estas mujeres están o han estado embarazadas en algún momento. Según la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud de Profamilia (2005), este fenómeno va en aumento”. (El Tiempo,
“De enero a mayo de este año, el Instituto de Medicina Legal tiene reportados 64 casos de suicidios de menores de edad en el país. Un promedio de 12 por mes. Como una muerte cada dos días y medio. En desarrollo del programa Red Afectiva, dos de las conclusiones obtenidas, luego de entrevistar a dos mil jóvenes entre los 11 y 18 años: el 41 por ciento ha pensado en cómo suicidarse (ojo: no sólo pensado en suicidarse, sino en el método a emplear), y el 16 por ciento ya ha hecho algo para suicidarse.
–Hay una situación que puede parecer tonta, pero que está estrechamente ligada al suicidio: la soledad. Hoy los niños viven muy solos. La soledad conduce a la depresión, y la depresión es una ruta para el suicidio –dice De Zubiría.” (El Tiempo,
Nel Noddings (1929- ) ha hecho una contribución significativa a nuestra apreciación de la educación. En particular sus exploraciones de la ética del cuidado. Ella ha estado dispuesta a demostrar la importancia del cuidado y las relaciones como una meta educativa y un aspecto fundamental de la educación. Sus trabajos han incluido un análisis del cuidado y su lugar en la ética (Caring: A Feminine Approach to Ethics and Moral Education - 1984); un intento para repensar el mal desde la perspectiva de la mujer (Women and Evil - 1989) y una serie de libros en lo que se exploran las implicaciones de la incumbencia del cuidado en la educación (The Challenge to Care in Schools - 1992; Educating Moral People - 2002; Happiness and Education - 2003). Es actualmente profesora emerita del Child Education at Stanford University y ocupa un cargo en el John W. Porter Chair in Urban Education at Eastern Michigan University (cfr. Smtih, 2004).
es muy interesantes estas propuestas pedagógicas nos ayudan a vivenciar para así desarrollar y afrontar las decisiones de cada individuo
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